“Encontré una carta que me escribió mi hermano hace algunos años. Y hace tres noches se la contesté. La respuesta a esa carta es lo que voy a leer en Plaza de Mayo”, le anticipa a Infobae Sergio Maldonado quien, en horas, hablará ante la multitud que reclama la aparición con vida de Santiago a dos meses de su “desaparición forzada”, según la carátula de una de las dos investigaciones judiciales que intentan dar con su paradero.
Sergio Habla con un nudo en la garganta, y ojos de roja emoción.
“El vikingo”, como lo apodó su hermano tatuador, denuncia que sus teléfonos “están pinchados”, que efectivos de gendarmería “nos hace seguimiento ilegal”; insiste en que la ministra de Seguridad de la Nación, Patricia Bullrich, debería abandonar el cargo “porque no está capacitada para ejercerlo de manera idónea” y, entre otros poderosos conceptos, está convencido de dos cosas: que Santiago Maldonado “está con vida”, que los gendarmes que participaron el 1º de agosto en el operativo represivo en la ruta 40 y en la persecución que derivó en su desaparición dentro de territorio Mapuche, ubicado en el Pu Lof Resistencia de Cushamen, “saben dónde está y también lo saben sus superiores”.
“Lo voy a abrazar”
-¿Y qué dice esa carta que encontraste y a la cual ahora le das continuidad?
-Te puedo contar el final. Que era algo que teníamos pendiente. Hacer un viaje juntos. Él consideraba que nosotros descendemos de los vikingos. De hecho yo tengo un tatuaje con la cara de un vikingo. Él decía que nosotros teníamos un espíritu nómade. Yo viajé sólo a Dinamarca y Santiago me pedía que lo hagamos juntos. En la carta me dice: “Nos vemos en el próximo capítulo”. Lloré mucho cuando releí esa parte de la carta. Por eso me dije “la voy a responder”. Creo que es la mejor manera de pedir por su aparición. Hace treinta días pedí por la renuncia de la ministra Bullrich. Ahora que voy a pedir… El reclamo por la renuncia de la ministra de Seguridad ya es popular. Ahora le quiero escribir a él que es lo que realmente me importa.
-¿La cara de vikingo te lo tatuó él?
-No. Él me tatuó un duende que tengo en la pierna, este símbolo en forma de pulsera en el brazo (derecho) y de manera forzada le hice tatuar el nombre “Andrea”, que es mi mujer, dentro de algo parecido a un pergamino.
Sergio levanta la manga izquierda de su chomba celeste y muestra el trabajo de su hermano. Explica que Santiago se negaba a tatuar dos cosas: nombres y escudos de fútbol. Consideraba que eso no es arte, sino simple comercio. “Él no tatuaba por precio. Él dibujaba y tatuaba. Lo de él era más artístico. A mí me cobró por ejemplo por los tres tatuajes que me hizo”, recuerda risueño.
Es una de las pocas veces que ríe. Fue cuando recordó cuánto extraña su abuela Maruca de 83 años a su nieto desaparecido en democracia.
“Es que Santiago era para ella lo que en realidad son los abuelos para los nietos. Santiago era estudioso de muchas cosas. Entre ellas de la naturaleza, la vegetación, las plantas. Él le hacía medicamentos naturales. Infusiones que le hacían muy bien, y ahora no está”.
-Hablando de abuelas, ¿qué sentiste cuando te abrazaste con Nora Cortiñas?
-Lo de Norita fue un respaldo y yo sentí que tengo una nueva abuela. Ella me llama por teléfono. Me mima. Con ella me siento cuidado, protegido. Y si ella viene y me protege, yo salgo a enfrentar lo que sea.
La charla con el hombre de mirada suave, que trasmite equilibrio y que abre su corazón, se desarrolla en el bar “La esquina de Aníbal Troilo”. En el ambiente, lejos de sonar acordes de su legendario bandoneón, como los de “Mi noche triste”, está salpicado por música centroamericana.
-¿Cómo imaginás encontrar a Santiago? ¿Creés que un día va a golpear la puerta de tu casa…?
-No me lo imagino de ninguna manera. Sólo sé que lo voy a abrazar. No imagino nada. No puedo imaginar nada. Sé que está con vida y va a aparecer. Hay Madres de Plaza de Mayo que hace 40 años que buscan a sus hijos con vida. Y creen que van a aparecer para las fiestas. Y si ellas aún tienen esperanza, ¿cómo no voy a buscar yo con vida a mi hermano a dos meses de su desaparición?
-¿Pero debes soñar hallarlo de alguna manera, en algún lado?
-Yo ya no sueño. Durante un mes no dormí. Ahora hace un mes que duermo, pero no sueño. Me despierto sin haber soñado. Y antes soñaba. Ahora vivo el minuto a minuto. Sé que voy a estar en Plaza de Mayo, acompañado por muchísima gente. Gente de todos los partidos políticos y extracción social, de organismos. Pero lo que voy a hacer después no lo sé. Perdí el rumbo de mi vida. Solo vivo para encontrar a mí hermano. Y puedo hacerlo porque tengo el apoyo de mi mujer… y no tengo hijos.
-¿Creés que en la causa ya hay elementos para dejar de buscar a Santiago en el Pu Lof y comenzar a buscarlo en Gendarmería?
-Yo siempre lo dije. A Santiago lo tiene gendarmería.
-¿Vivo?
-Sí. Santiago fue secuestrado por gendarmes. Esos gendarmes saben dónde está, y sus jefes también saben dónde está Santiago. Yo creo que Santiago está vivo.
-En un primer razonamiento uno cree que a los gendarmes se les fue la mano, la mataron y lo desaparecieron.
-Sólo dude una vez. Fue cuando no apareció antes de las elecciones PASO. Estaba convencido que, por un tema político, Santiago aparecía poco antes del domingo 13 de agosto. Cuando no fue así pensé que podía estar muerto. Pero enseguida volví a creer que está con vida.
“Patricia Bullrich no está capacitada para ser ministra de Seguridad”
-¿Antes de la desaparición de tu hermano, también tenías una visión de conjunto, de lucha social?
-Yo siempre tuve la misma postura crítica con muchas cosas. No cambié ahora por la desaparición de mi hermano.
Sergio Maldonado utiliza un ejemplo para apoyar su postura. “Cuando se escaparon de la cárcel los hermanos Lanatta y Eschillaci (condenados por el triple crimen de General Rodríguez y el tráfico de efedrina), el despliegue de las fuerzas federales a cargo de Patricia Bullrich era una payasada. Parecía una miniserie de un par de días. Y ella salía a decir cosas, a tirar hipótesis que no se podían creer. Los que me conocen y escucharon saben que no miento. Era desopilante la forma que los buscaban. Para mí, ya en ese momento, Patricia Bullrich no podía ser la ministra de Seguridad. Me resultaba gracioso, aunque era tragicómico. Si al final los encontraron porque se equivocaron y se metieron en un pantano…”.
-¿Y ahora qué pasa?
-Lo mismo. Patricia Bullrich tiene el mismo accionar. Hay una desaparición forzada de persona y comete la misma ridiculez que cuando buscaba a los tres presos que se escaparon de la cárcel. Las fuerzas de seguridad tienen que actuar diferente. Bullrich no estaba capacitada ni antes ni ahora. Ella no estaba capacitada, ni tenía el control de la situación para encontrar a los prófugos. Y ahora tampoco para encontrar a mí hermano.
Sergio cree, además, que desde la llegada del nuevo gobierno nacional, a cargo de Mauricio Macri, “hay una escalada de violencia en un montón de ámbitos. Hay diferentes casos de violencia por parte de las fuerzas de seguridad. Ahora me toca a mí, pero es consecuencia de una situación de diferentes etapas”.
-¿Cuántos años tenés?
-Cuarenta y cuatro. Y no soy militante de ningún partido. Cuando hablo lo hago desde el sentido común. Yo no me encasillo en una sola cosa. No veo un solo canal de televisión ni leo un solo diario. Hablo objetivamente. Cuando digo que hay una escalada de violencia es porque existe. Y lo sufren los sectores más vulnerables. Pero todos miran para otro lado. Te cuento un ejemplo, por fuera de Santiago. Nosotros vivimos en Bariloche. Y para nosotros ir a Chile es como para el que vive en el Conurbano viajar a Capital Federal. Antes cruzábamos la frontera sin problemas. A partir del cambio de gobierno, Gendarmería se volvió muy autoritaria contra los argentinos que alegremente queremos pasar a Chile para disfrutar un fin de semana. Gendarmería te frena, te maltrata, es querer estacionar y ellos te corren. Se han vuelto mucho más autoritarios que años atrás. Me llama la atención el poder que tomó Gendarmería. Fui a Rosario hace tres semanas y parecía que estabas en un lugar sitiado, lleno de camionetas y armas largas. Es intimidatorio eso.
“Tengo los teléfonos pinchados”
Sergio reconoce que la exposición pública no deseada ni buscada que le dio la lucha por la aparición con vida de Santiago, por momentos lo supera.
“Hay mucha gente que está sufriendo. Que no encuentra manera de canalizar su grito de justicia, o de saber la verdad. El otro día, en Plaza de Mayo, se me acercó un hombre de más de 80 años pidiendo que lo ayude a encontrar a su hijo desaparecido en Bariloche hace 20 años. Eso es algo que me supera. Me encantaría ayudarlos. Pero no sé cómo. No tengo las herramientas. No tengo el conocimiento. Y mi objetivo es mi hermano”.
-¿Imagino que esto se debe repetir en todo momento, por ejemplo cuando camina en la calle?
-Desgraciadamente tampoco tengo la facultad de verificar si lo que te dicen es verdad al cien por ciento. En el lugar que estoy me llegan hasta entrevistas de falsos periodistas. Gente que se acerca diciendo que conocía a mi hermano y es mentira. Hay que tener un poco de cuidado.
-¿Cómo sabe que son falsos periodistas?
-Porque averiguo. Empecé a tomar mis recaudos. Especialmente después de saber que me siguen, que han pinchado de manera ilegal mis teléfonos.
-¿Creés que Gendarmería aún te sigue?
-Sí. Gendarmería me está siguiendo. Por ejemplo el sábado 5 de agosto estaba hablando en el Bolsón por teléfono con un amigo. En un momento determinado me pasa con un chico que decía tener datos de mi hermano. Al rato comienza a tartamudear y corta la comunicación. Después me entero por mi amigo que de la nada apareció una moto, con un hombre con casco que se les paró delante y comenzó a sacarles fotos. Eso pasó porque tengo el teléfono intervenido.
No es la única situación que Sergio Maldonado tiene registrada como de absoluta ilegalidad. Los audios que se incorporaron a la causa, y que fueron rescatados de los teléfonos de los gendarmes que participaron en el operativo donde desapareció Santiago por los peritos de la Policía Federal revelan que la familia Maldonado y su abogada, Verónica Heredia, eran espiadas por Gendarmería, sin orden judicial.
“Los audios marcan que ya el día 4 de agosto se informaban entre ellos que yo había llegado al Bolsón. Otro audio avisaba que iba a una marcha. Que estoy en una estación de servicio hablando”.
Como si de un día para el otro “El Vikingo” hubiese ingresado como personaje central a una mala novela de intrigas, Sergio debió soportar el hostigamiento de la fuerza federal sospechada de haber desaparecido de manera forzada a su hermano.
“En Esquel, cuando vamos a ver al juez de la causa, vamos a comer a un bar, y los gendarmes ocupan las mesas vecinas. Pero te lo hacen saber. Lo hacen de manera burda. El mismo gendarme que está en la recepción del hotel donde nos alojamos, es el mismo milico que se te sienta al lado y te mira. Lo hacen para decirte acá estamos y sabemos todo lo que hacés”.
“Es un llamado a todos”
-¿Sos consciente de la movilización que generó la desaparición de tu hermano? Las escuelas secundarias, por ejemplo, están empapeladas con afiches con la cara de Santiago.
-Eso me da mucho pudor. Por otro lado me llena de orgullo. Me genera muchas expectativas porque hay muchos jóvenes y hay un futuro. Todos esos estudiantes se adueñaron de mi hermano. Entendieron que lo que le pasó a mi hermano, que es un pibe normal, como la mayoría, les puede pasar también a ellos. Después discutimos si cortar una ruta es la manera o no de protestar, pero Santiago no estaba haciendo nada malo. Y los chicos sienten que así como le pasó a él, le puede pasar a cualquier miembro de su familia.
-¿Cómo esperás que sea la movilización de hoy en Plaza de Mayo?
-Que haya mucha gente. De todos los partidos políticos. De todas las organizaciones. Es un llamado a toda la gente. Es para pedir por la aparición con vida de una persona. Va más allá de la política o de cualquier otra cosa.
-¿Sentís temor por la posibilidad que, una vez más, infiltrados provoquen quemas, destrozos, caos?
– Yo no tengo por qué agarrar y pedir que sea todo pacífico porque se da por sentado que la gente que va lo hace para saber la verdad de algo. Por eso no tiene sentido estar aclarando o estar a la defensiva. En la movilización anterior fueron casi 300.000 personas. Hubo 31 detenidos. Todos quedaron en libertad porque no tenían nada que ver. Fue todo armado y quedó en evidencia.
-¿Y quién creés que arma el vandalismo posterior?
-La misma policía. Las mismas fuerzas de seguridad. No sé quien los manda. Pero son infiltrados mandados desde una fuerza de seguridad. Si hasta escribieron grafitos diciendo: “Liberen a Sebas”. Ni el nombre conocen. Mi hermano se llama Santiago.
Sergio Maldonado está cansado. Se le nota en la mirada. Hasta en los gestos que hace cuando saluda desde el ventanal del café a quienes lo reconocen y le gritan “¡Fuerza!, ¡no aflojes!”
“Lo que más bronca me dio en estos dos meses es la pérdida de tiempo. Y el gasto que arman con todos estos circos de usar a cientos de policías para revisar una zona dónde saben que no van a encontrar nada. O cuando pegan carteles por todos lados ofreciendo una recompensa de dos millones de pesos para los que aporten datos para encontrar a mi hermano. No gasten tanta plata para eso. Esa plata destínenla a otro. Si ya saben dónde está Santiago”.
-Vos insistís con que alguien sabe dónde está tu hermano.
-Los gendarmes. Y sus jefes.
-¿Vos decís que Gendarmería sabe donde está Santiago?
-Ellos se lo llevaron. Lo dicen los testigos. No lo invento yo.
-¿Cómo son tus días últimamente?
-Vivo el minuto a minuto. No sé que voy a hacer dentro de una hora. Sé que a las 15:30 es el acto en Plaza de Mayo, y después no sé que hago. No sé qué voy a hacer a la noche. No planeo más ir al supermercado. No sé cuando vence la luz. No sé nada. Qué se yo que voy a hacer el lunes. No puedo ni encuentro la motivación para trabajar. No puedo. Mi único objetivo es Santiago.
-¿Qué te pasó cuando viste tanta gente la primera vez en esa histórica plaza?
-Sentí paz. Tranquilidad. Me dije: “Llegué a lo máximo para pedir por Santiago”. Después me di cuenta que había más. Estaba la ONU. La segunda vez (por el 18 de septiembre) sentí poder. Me dije: “Qué bárbaro, esto se puede usar bien o mal”.
-¿Cuándo sentiste poder?
-No sentí que yo tenía poder. Pero sí comprendí que estando ahí arriba, con tanta gente gritando, podés enviar un buen o un mal mensaje. Y que depende de cómo lo envíes, son tomadas esas palabras. Ahí me di cuenta de que no necesariamente hay que tener plata para llegar a la Plaza de Mayo. No sentí el poder yo mismo, sino que comprendí cómo los políticos se alimentan de toda la gente que está ahí. Eso no es algo que a mí me llena. Yo no necesito eso. Comprendí por qué los políticos quieren llegar y estar ahí. Yo no busqué estar en Plaza de Mayo como ellos. A mí me desaparecieron a mi hermano.
-Y hoy, dentro de un rato, ¿qué sentirás?
-Quizás estar más acompañado. Ojalá que el reclamo sirva para que aparezca Santiago