El libreto de los gendarmes

 
Los uniformados, que declararon como testigos, aseguraron que el gendarme Neri Armando Robledo había herido con un piedrazo a uno de los manifestantes. “Nadie manifestó (ese día) que le habían pegado un piedrazo”, dijo Matías Santana.

Cuantos más elementos pretende mostrar el Gobierno como “aportes” al esclarecimiento de la desaparición de Santiago Maldonado, queda en evidencia con mayor claridad hasta qué punto el Estado administrado por Cambiemos adoptó una actitud encubridora de los gendarmes desde el minuto cero. La justicia federal comenzó a interrogar como testigos a los uniformados, quienes dicen haber escuchado que uno de sus pares hirió a uno de los “encapuchados” en alusión a los mapuches reprimidos en la Pu Lof de Cushamen, en Esquel, el 1 de agosto. Además, ayer los funcionarios macristas hicieron ostentación de los documentos que entregaron el domingo al juez federal Guido Otranto, que describen, desde el punto de vista de la Gendarmería, lo que pasó ese día. Son las actuaciones internas con las que determinó que no hubo ningún episodio de violencia institucional y cuyas conclusiones estaban ya en manos de la ministra de Seguridad Patricia Bullrich cuando se presentó en la Cámara alta el 16 de agosto.

“Esto muestra que el Ministerio de Seguridad, en lugar de colaborar con una investigación que pueda encontrar a Santiago Maldonado y explicar lo que pasó, continúa especulando con la información. Este proceder es gravísimo y el ministerio debe dar explicaciones urgentes sobre por qué recién ahora aportó este conjunto de entrevistas con información clave para la investigación”, enfatizó Gastón Chillier, director ejecutivo del Centro de Estudios Legales y Sociales (CELS) y querellante en la causa. “Esta información fue recolectada el 16 de agosto, el mismo día que (Patricia) Bullrich mintió en el Senado y ya la tenían cuando el Poder Ejecutivo le presentó un informe al Comité de Desaparición Forzada de la ONU en el cual negaron cualquier tipo de participación de Gendarmería en el hecho”, agregó. 

Los gendarmes Walter Ruiz Díaz, César Peralta y Juan Carlos Pelozo declararon ante el juez Guido Otranto durante varias horas pero tuvieron que aguardar hasta la tarde para salir porque en la puerta un grupo de manifestantes se había convocado para repudiarlos, lo que generó un enorme operativo de policías provincial y Federal. No se salieron del libreto que ya habían contado los primeros días ante Daniel Barberis, a cargo de la dirección de Violencia Institucional del ministerio de Seguridad, y quien dio por cerrada el 16 toda sospecha sobre la fuerza. Peralta y Ruíz Díaz relataron que estaban en una cocina de campaña en los cruces de las rutas 40 y ex 70, y ahí escucharon que el gendarme Neri Armando Robledo había herido con un piedrazo a uno de los manifestantes. “No vieron al que habría recibido la herida, estaban sirviendo el almuerzo en un Unimog”, dijeron a Páginal12 allegados al juzgado. En tanto, Pelozo dijo que se acercó al río, describió cómo ingresaron al predio recuperado por los mapuches por orden del comandante Pablo Escola “para tratar de que dejen de tirarles piedras”, mientras algunos de los perseguidos cruzaban el río y se iban a caballo. Según pudo saber este diario, Robledo no será llamado como testigo a la espera de que la fiscal federal Silvina Ávila evalúe si lo cita a indagatoria. También circuló otro nombre como el “elegido” a entregar como autor material, algo que podría quedar más claro las próximas declaraciones de otros gendarmes.

El lunes, en el sumario interno, Robledo había asegurado que formó parte de un grupo de ocho uniformados que llegó hasta el río y que le pegó un piedrazo a un hombre que estaba “a unos 30 metros” y que cruzó a la otra orilla, desde donde lo insultó. “Era una persona robusta y de casi dos metros de altura”, dijo Robledo. El Cels sostuvo que van a analizar las declaraciones testimoniales y las afirmaciones que hicieron los gendarmes  para determinar si hay contradicciones y si tienen consistencia.

 El nuevo intento de encaminar la investigación hacia un homicidio culposo y, al mismo tiempo, alejarla de la desaparición forzada cosechó también el repudio del hermano de Santiago, Sergio Maldonado. “No son tres gendarmes, son todos culpables, incluyendo a la ministra (Patricia) Bullrich”, dijo desde Rosario, donde participó de unas jornadas de derechos humanos en la facultad de Psicología, junto a la Madre de Plaza de Mayo Nora Cortiñas. “Es una falta de respeto minimizar en que fue un gendarme que tiró una piedra, y seria muy triste que esto termine con tres perejiles cuando acá actuó Benetton, (Pablo) Durán por la provincia de Chubut, y (Pablo) Noceti por la Nación, insistimos que esto sucedió en un contexto en el que somos hostigados, reprimidos y encarcelados, no es casual, iban a la caza de mapuches, por algo Noceti estuvo reunido el día anterior”, dijo la testigo Soraya Maicoño, en alusión a la reunión de autoridades policiales, provinciales y de Gendarmería en Bariloche el 31 de julio. La versión del “piedrazo” fue desmetida por otro testigo que ya declaró en la causa. “Ninguno manifestó que le habían pegado un piedrazo, no hubo heridos, solo algunos tenían perdigones en las piernas”, dijo Matías Santana, quien declaró cómo la Gendarmería se llevaba a Maldonado en una de sus camionetas.

El juzgado federal de Esquel informó ayer que las muestras genéticas tomadas de los vehículos de la Gendarmería y del escuadrón de El Bolsón no son compatibles con el ADN extraído de los padres y hermano de Santiago Maldonado. En el mismo comunicado Otranto aclaró que está pendiente el peritaje del Unimog del escuadrón 37 José de San Martín. Ese camión, como así también la participación de efectivos de esa unidad, no estaba en los datos informados por Gendarmería en respuesta al juez, y fue a partir de que una de las partes detectó la patente en una foto que Otranto ordenó un tardío rastrillaje en ese lugar.